Escribe: Luis Alen.
El cambio de administración en CDE, con el alejamiento del clan Zacarías del poder comunal, va mejorando la imagen de la ciudad, pero todavía resta mucho por hacer, ya que aún falta concretar el demorado plan de desarrollo comercial e industrial que consolide la reconversión urbana de la capital del Alto Paraná.
Una buena noticia para el comercio local ha sido el aumento, desde el 1 de enero, de la cota de compras de US$ 300 a US$ 500, para los brasileños que crucen la frontera y realicen adquisiciones en las tiendas de la ciudad. Pero, al mismo tiempo, se ha tenido la contracara de la novedad desalentadora de la aplicación del arancel externo común del Mercosur a los bienes exportados desde las zonas francas industriales instaladas aquí.
Todo esto con el agregado de la competencia que supone la presencia de los “free-shops” en el lado de Foz de Yguazú, que tendrán el mismo límite de compras libre de impuestos de 500 dólares, pero que obligará a pulir el factor diferencial de precios, además de introducir otros atractivos para el turista comprador.
De cualquier manera, estos desafíos para los empresarios esteños configuran una realidad que ya era esperada y que tuvo su respuesta también a nivel del gobierno nacional con las rebajas impositivas para la importación de ciertos productos en el marco del régimen de turismo dentro del Mercosur.
Una urbe amigable
El desarrollo de Ciudad del Este aún queda por plasmar definitivamente en un plan de crecimiento comercial e industrial que sea acompañado a su vez por la reconversión urbana, dada la prioridad de presentar atractivos adicionales al turismo, como sería el caso de una urbe más ordenada y amigable para los visitantes, con una infraestructura vial y de transporte que responda a los requerimientos mínimos actuales en dicha materia que ya están vigentes incluso en ciudades brasileñas pequeñas, y que son de admirar apenas se cruza la frontera.
El aumento de la capacidad hotelera y de servicios conexos, así como la renovada oferta gastronómica y la mayor vida nocturna, han sido notorios en los últimos tiempos, lo cual ha obligado aún más a las autoridades municipales a mejorar la infraestructura urbana en todos los niveles, comenzando por la reestructuración de la policía municipal de tránsito, con el fin de asegurar la atención amable a los turistas desde el mismo puente de la Amistad, y no ya acudiendo a las molestias de antes como el acoso para las coimas.
El gobierno comunal de CDE tendrá que ir puliendo también todo su esquema administrativo, para el uso eficiente de los recursos, destinándolos completamente a los fines del desarrollo urbano, y no para beneficiar sólo a los detentadores del poder de turno o a sus paniaguados.
Asimismo, será de rigor que la nueva cara de CDE se configure igualmente en el plano de la seguridad y buena atención para el turista, mediante la acción coordinada entre la policía nacional y los funcionarios municipales encargados de la ímproba misión de consolidar el turismo de compras en la ciudad, para beneficio de todos, ya que con su desarrollo se concretará una mayor creación de empleos, que resulta muy necesaria en vista del incremento de la población juvenil.
Un motivo de preocupación para los empresarios es la falta de medidas firmes del gobierno con miras a reasegurar el status de Ciudad del Este y sus distritos vecinos, como un centro comercial, industrial y de servicios a nivel del Mercosur.
Una señal de alarma ha sido lo ocurrido con las zonas francas y las inversiones instaladas allí, que han dado fuentes de trabajo a unas 3.000 personas y que ahora se hallan en riesgo, más aún porque algunas empresas son reacias a migrar al régimen de maquila, sugerido por las autoridades, dada la burocracia mayor que la rige.
Atendiendo a la prioridad de la generación de empleos, habría que insistir en la necesidad de reconvertir CDE para hacerlo mucho más atractiva al turismo de compras, no sólo en términos de precios de los productos, sino especialmente en cuanto a aprovechar las ventajas comparativas que hay que ofrecer a los “compristas” en materia de seguridad, confort y buena atención.
Además se debe convencer a compradores con mayor poder adquisitivo, tanto de Brasil como de otros países vecinos, que vengan a CDE atraídos por buenos hoteles, atracciones naturales o de la ingeniería moderna como Itaipú, y lógicamente para disfrutar de shoppings que ofertan artículos de última generación como en cualquier otro gran centro comercial del mundo.
El fuerte de CDE es indudablemente su economía comercial y los años que llevan sus empresarios en tal cometido. Y ni qué hablar de la importancia que posee el comercio local en la economía del país, ya que junto a las demás ciudades de frontera han logrado apuntalar el año pasado la alicaída actividad general, como lo confirman las estadísticas del Banco Central.
En efecto, las exportaciones totales del país bajaron un 10 por ciento el año pasado con respecto al ejercicio anterior de 2018. Mientras que las reexportaciones, es decir las importaciones que volvieron a salir del país por el régimen de turismo, crecieron por su lado 10 por ciento, lo que demuestra que el comercio fronterizo sigue siendo un puntal decisivo de la economía nacional.
Todo esto lleva a concluir que la actual gestión municipal, en conjunto con la gobernación, tienen la obligación de trabajar en comunión de esfuerzos, a través de una planificación que ayude al uso eficiente de los recursos provenientes tanto de fuentes impositivas como de las transferencias del gobierno central, lo que en sí mismo resulta un desafío mayúsculo, en vista del año electoral donde se tendrá que confirmar al actual intendente o elegir a uno nuevo.
Sea quien sea el que tome el timón de Ciudad del Este, tendrá que seguir la misma hoja de ruta para la reconversión que asegure el desarrollo de la ciudad y de la región de la Triple Frontera.