Van más de 2 meses de la última imputación y desafuero al político esteño y senador cartista, Javier Zacarías Irún, investigado, junto a su entorno, por varios hechos de corrupción, pero hasta ahora sigue libre y gozando de la perversa impunidad judicial, “privilegio” del que dispone desde hace varios años atrás.
Pero en realidad, desde hace más de 6 mes, tras la caída de Horacio Cartes, la justicia empezó a demostrar ciertas señales positivas para investigar a la cúpula del clan Zacarías, acorralado por un sinnúmero de hechos punibles, en los que aparecen involucrados varios integrantes del primer anillo de Javier Zacarías, como su esposa, Sandra McLeod, destituida por corrupta por la Cámara de Diputados, además del ex gobernador, Justo Zacarías, una hermana de Javier, Alberto Rodríguez, entre otros.
La ciudadanía esteña continúa aguardando que haya justicia y así los integrantes del clan Zacarías, comenzando por su líder Javier, paguen por su culpa, el saqueo al que sometió a la municipalidad de la capital del Alto Paraná durante 18 años. Sin embargo, la fiscalía general del Estado, un organismo clave para que sean castigados y llevados presos los vaciadores de la institución comunal, hasta ahora ha demostrado muy poca voluntad política para que estos facinerosos vayan a la cárcel.
El pueblo paranaense apunta directamente a la máxima autoridad del Ministerio Público, Sandra Quiñónez, quien ha demostrado mucha tibieza cuando se trata de políticos muy cercanos a Horacio Cartes, el ex presidente, quien le colocó en el cargo, capaz, pensando ya en lo que se venía.
Quiñónez, con su indiferencia para acelerar el proceso de varios cartistas, lo único que hace es exponerse a un seguro juicio político, y puede terminar como su antecesor, Javier Díaz Verón, destituida o la cárcel, por otorgar impunidad a facinerosos y ladrones de los recursos públicos.
Es inadmisible que Zacarías Irún y varios otros personajes nefastos sigan gozando de los privilegios que le otorgan una justicia funcional a un sistema corrupto y pervers0. Definitivamente hay que diferenciar entre el bandido del honesto, premiando a los que hacen bien las cosas y castigando a aquellos que denigran a la sociedad. Ya no se puede continuar tolerando a los que viven al margen de la ley. Hay que pulverizar esta república para acabar con los ladrones de guante blanco, y de esa manera para poder recuperar la confianza en las autoridades.
El pueblo esteño no se quedará quieto hasta que Javier Zacarías, Sandra McLeod y varios otros integrantes de su entorno mafioso vayan a parar a la cárcel.