El polémico ex director de Tránsito de la municipalidad de Ciudad del Este durante la administración de la destituida e imputada intendente Sandra McLeod, el ex militar Carlos Florenciáñez, en la mañana de hoy buscó impedir que se lleve a cabo el derrumbe de la ilegal caseta, que estuvo por muchos años sobre la vereda, en frente de la residencia de Javier Zacarías Irún, y que servía de refugio para el personal de seguridad, que cuidaba de la familia y la vivienda.
Vestigios de lo que era antes la caseta de seguridad frente a la
vivienda de Javier Zacarías.
A tempranas horas de hoy jueves, una comitiva de la División de Fiscalización de la Municipalidad de Ciudad del Este, conjuntamente con el propio intendente Miguel Prieto, se constituyó para el procedimiento de derribo de la “garita”, momento en que el iracundo ex director de Tránsito, Florenciáñez, apareció con un macizo hierro en la mano, buscando amedrentar e impedir que los funcionarios comunales ejecuten la orden. Sin embargo, el mismo no logró su cometido, donde finalmente con un tractor se procedió a la destrucción de la caseta.
El tristemente célebre Florenciáñez es conocido en la sociedad esteña como garrotero, en su tiempo libre y como “coimero” en su actividad profesional de director de Tránsito. Hay que recordar, que hace 6 años atrás aproximadamente, tras un rosario de denuncias de corrupción en contra del mismo, la entonces jefa municipal, Sandra McLeod, decidió apartarlo del cargo. Pero no pasó un año para reincorporarlo a la función, porque habría disminuido bastante la “recaudación paralela” para la corona.
El ex militar, hoy quiso, como siempre, demostrar fidelidad a su “jefe”, pero no tuvo éxitos en su intento, porque hoy en Ciudad del Este soplan nuevos aires, y el clan Zacarías ya no controla la justicia y ni los otros poderes fácticos en esta zona fronteriza de la república. Apenas quedaron vestigios de aquellos años, donde este clan familiar hacia lo que quería, y en que varios jueces y fiscales se arrodillaban ante ellos. Florenciáñez al darse cuenta que no iba prosperar su amedrentamiento, dijo que él era “respetuoso de las normas jurídicas” y desistió de su canallesca idea.