La falta de oferta, la escasez y el alto precio de muchos productos vendidos en nuestro país, está causando un fenómeno inusitado en época de frontera cerrada: la población, especialmente la más carenciada, recurre más a los atravesadores de productos brasileños que a lo que es ofertado en el propio país. Una evidencia es la gran cantidad de embarcaciones incautadas en el corto tramo del río Paraná, que va desde la represa de Itaipú y la desembocadura del río Yguazú, aprehensiones que se repiten, pero en menor escala, por ser de difícil fiscalización, en el lago de Itaipú, donde existen puertos clandestinos a lo largo de toda su extensión, hasta la ciudad de Saltos del Guairá.
La mayoría de los "artículos importados" de contrabando son verduras y hortalizas (de producción limitada o casi nula en nuestro país), y carnes de pollo, cuyos precios de su equivalente de producción nacional son casi prohibitivos, situación que ya había causado mucha controversia y reiteradas manifestaciones de los paseros, antes de la pandemia. La margen del río, en el lado paraguayo, se ha convertido en una especie de "mercado de abasto" debido a la escasez de artículos de consumo básico y la falta de asistencia social por parte del gobierno central, que obliga a las personas a buscar alternativas para poder sobrevivir. Todo esto agravado por las medidas de distanciamiento social, que son muy rígidas y aparentemente inflexibles, para evitar la propagación del coronavirus, que ha paralizado el comercio, actividad de subsistencia de una gran parcela de la población local. Los gobiernos municipales de Ciudad del Este, Presidente Franco, Minga Guazú y Hernandarias, han declarado una situación de calamidad, con una hambruna cada día más evidente.
“Cada vez que llega una canoa desde Brasil, la gente baja a la orilla y recoge lo que es posible, muchas veces entre empujones. La escasez de productos es tan grande que muchas personas regresan sin nada, o sólo con unas pocas hojas de lechuga. La imagen es desgarradora y nos sensibiliza a todos, especialmente cuando se trata de ancianos y niños; En las zonas pobres, la gente comienza a juntar lo que tiene, con restos de cualquier cosa, para tratar de hacer una sopa popular, que se sirve solo una vez al día. Como tampoco hay harina ni huevos, no existe masa ni pan, por lo que las personas que alguna vez fueron consideradas contrabandistas ahora son héroes, como el Zorro o Robin Hood; arriesgan sus vidas para ayudar a los más necesitados", dijo un comerciante de un pequeño establecimiento en el puerto de Presidente Franco, que pidió no ser identificado.
Según un morador local, “da lástima esas personas que trabajan en el río, porque muchos sienten compasión por las familias con hambre y terminan regalando sus productos, cuando lo natural sería vender. Los paraguayos tenemos ese sentimiento humanitario; y cuando la necesidad aprieta se transforman en personas especiales, porque el gobierno no envía donaciones o víveres", reveló.
Pero si en nuestro país la situación es tan dramática, no llega a ser muy diferente en algunas regiones brasileñas, porque el contrabando y el comercio ilegal de bienes y productos, sustentaron por décadas a miles de personas. El cierre de las fronteras prácticamente exterminó lo que alguna vez se consideró una actividad cultural, el fluido intercambio comercial entre paraguayos y brasileños. La pandemia ha roto este círculo y se estima que una gran parte de la población informal brasileña no encuentra alternativas para sobrevivir, a pesar de la ayuda social del gobierno.
Refuerzo en fiscalización
La actividad comercial ilegal parece estar agonizando en la triple frontera, pero, aún así, constantemente surgen nuevas metodologías de acción de los intrépidos contrabandistas, ya sea surcando las aguas del río Paraná, o con los fondos falsos de los camiones de cargas que cruzan el Puente de la Amistad.
Ante esta situación, el Brasil implementó la Operación Frontera Sur/Covid-19, lanzada la semana pasada, donde efectivos del Ejército, respaldados por la Receita Federal y la Policía Rodoviaria Federal, refuerzan la fiscalización en la carretera BR 277 y en los caminos vecinales, realizando constantes patrullas para incautar vehículos que transporten productos ilícitos.
La intensificación del control fronterizo también se observa en el lado paraguayo, donde los fiscales aduaneros, en lugar de tener un alivio en el trabajo, por el poco movimiento de cargas, deben estar muy atentos, porque los contrabandistas cada vez innovan más en los métodos de tratar de burlar los controles.