
Escribe: Luis Alen.
El régimen comunista de Beijing busca aprovechar las elecciones del 30 de abril para sugerir las supuestas ventajas de una mayor relación comercial, pero con el objetivo de que Paraguay rompa con la República de China (Taiwán). Sin embargo, hasta el momento no ha conseguido que la Concertación opositora se incline por la ruptura de relaciones en el caso que gane los comicios.
El Gobierno de Taiwán está expectante ante el resultado de las elecciones del domingo 30 de abril, porque después podría haber novedades en torno a una definición del nuevo Gobierno paraguayo sobre una eventual relación con China comunista, previa ruptura con la isla “rebelde”. Pero la Concertación opositora hasta el momento no ha dado a conocer una postura definitiva al respecto, prefiriendo en todo caso una posición pragmática relacionada más con la geopolítica mundial que con la conveniencia económica inmediata de la apertura de relaciones con el gigante asiático.
El Gobierno de Taiwán desmintió que haya presionado a Efraín Alegre para que defina su postura en torno a un posible establecimiento de relaciones con China comunista en el caso de un triunfo electoral de la oposición el 30 de abril, como se llegó a publicar en la prensa nacional e internacional.
El candidato opositor había insinuado en una conversación con empresarios interesados en aumentar las exportaciones a China, que la relación con Taiwán podría ser objeto de revisión después de analizar si convendría un mayor comercio con el régimen comunista de Beijing.
Pero la declaración no pasó de ser una expresión de deseos sobre una posibilidad aún supeditada al análisis costo-beneficio, pero en un plano geopolítico y no por meras razones comerciales.
Más que nunca los comicios han pasado a ser una especie de “prueba” para la estrecha alianza que hasta el momento mantienen Paraguay y la isla asiática “rebelde”, porque China continental estaría confiada en que un triunfo de la Concertación sobre la ANR permitiría pensar en un cambio en la relación de 66 años con los taiwaneses, para pasar a reconocer al régimen de Beijing principalmente por consideraciones económicas y comerciales.
La cancillería de Taiwán llegó a sugerir que el objetivo de los chinos continentales es sacar a Paraguay del grupo de 13 países que reconocen a la isla como auténtico representante de la República de China, porque una decisión en tal sentido del nuevo gobierno de Asunción se convertiría en un clamoroso triunfo chino comunista, tratándose del único país en Sudamérica que aún mantiene lazos con el gobierno anticomunista de Taipei.
Presión de EE.UU.
Pero la verdadera presión sobre el Gobierno paraguayo provendría de Estados Unidos, ya que en varias oportunidades en los últimos meses algunos representantes de la potencia del Norte han insistido en forma reiterada que recomiendan que el Paraguay siga manteniendo relaciones con Taiwán, como una demostración de que los norteamericanos no desean que China continental aumente su influencia en América Latina.
El pedido de Estados Unidos no se puede ignorar, teniendo presente que Washington le cuenta Paraguay entre sus aliados más estrechos. Además, las últimas sanciones financieras adoptadas contra altos exponentes de la cúpula colorada, como Horacio Cartes y Hugo Velázquez que fueron nombrados “significativamente corruptos” por el gobierno de Joe Biden, han configurado una virtual intervención norteamericana en la política interna paraguaya en pleno proceso pre-electoral.
Cuando respondió a una pregunta en la conferencia de prensa para la presentación de una parte de su posible futuro gabinete, Efraín Alegre no quiso ahondar mucho en detalles sobre el tema de la relación con Taiwán, pero aparentemente un cambio en la relación para un eventual reconocimiento de China comunista no figuraría en las prioridades inmediatas del programa de gobierno de la Concertación, en el caso de un triunfo opositor sobre la ANR el 30 de abril.
Pero cualquiera sea el resultado, Taiwán ya anunció que enviará una delegación después de las elecciones, con el fin de realizar contactos de alto nivel con el nuevo gobierno para conocer “in situ” la situación concreta hacia la posibilidad de abrir relaciones con el régimen chino comunista, previa ruptura con la isla apoyada en forma notoria por Estados Unidos.
La inquietud taiwanesa parte de la certeza de la presión que también ejercen los chinos continentales para conseguir que finalmente el Gobierno de Asunción opte por mantener relaciones con ellos, ya que también es un hecho que Paraguay realiza operaciones económicas fluidas con el gigante asiático pese a la falta de relaciones diplomáticas formales.
Pero el intercambio se efectúa en términos desfavorables para la economía paraguaya, atendiendo a la realidad del déficit en la balanza comercial por las mayores importaciones nacionales, y especialmente las dirigidas al intercambio fronterizo de reexportación, sin compensación con un monto similar de exportaciones de productos agrícolas y ganaderos, que mayoritariamente llegan a China con la triangulación a través de otros países sudamericanos.
La decisión de romper con Taiwán para equilibrar el comercio con China comunista no será fácil para el nuevo Gobierno paraguayo, independientemente de que sea Efraín Alegre o Santiago Peña el futuro presidente, ya que la cuestión se enmarca en el actual conflictivo marco geopolítico mundial, con una escalada creciente entre Estados Unidos y China por la hegemonía en la región del Pacífico y en todo el mundo.
Lo que satisface a Estados Unidos es que hasta el momento, finalizando ya el mandato del presidente Mario Abdo Benítez, la posición de Paraguay permanece invariable con respecto a su apoyo y alianza con Taiwán, más aún en el contexto de las actuales amenazas de China comunista de invadir la isla como resultado de la decisión de Rusia de realizar lo mismo con Ucrania.
Defender la democracia
Al mismo tiempo, el apoyo paraguayo a Taiwán se enmarca igualmente en la defensa de los valores democráticos del pueblo taiwanés, que son un ejemplo para la región asiática y el mundo, y merecen ser reivindicados por la comunidad internacional.
Ser el único país sudamericano que mantiene relaciones con Taiwán, le ocasionará a Paraguay que el régimen de China continental le continúe presionando con los cantos de sirena de mayores beneficios de una ampliada relación comercial y económica.
Pero hay que tener presente que la oferta de mayor relacionamiento proviene de un régimen autocrático que ansía con el liderazgo mundial desbancar a Estados Unidos del dominio del dólar para reemplazarlo con el yuan chino como la divisa protagónica en el comercio internacional.
Paraguay debe mantener un estrecho relacionamiento con la República de China (Taiwán) por lo que representa la isla en el escenario mundial, no sólo por su grado de desarrollo (es la 21a. economía del mundo) sino por lo que representa en términos de estabilidad internacional y de libertades democráticas en pleno funcionamiento a nivel interno.
A partir de este planteo, el Gobierno paraguayo debe continuar con la cooperación taiwanesa para su propio desarrollo económico y social, retribuyendo este apoyo con la firmeza del pedido ante la comunidad internacional de dar más espacios a Taiwán en la búsqueda de soluciones a los grandes problemas mundiales como el cambio climático e ir consiguiendo las metas de cero emisiones de carbono.
Es lo que afirmó el cónsul general de Taiwán en Ciudad del Este, Camilo Chang, quien expresó que Taiwán está dispuesto “y es capaz de cooperar con socios internacionales para lograr conjuntamente una transición a las cero emisiones netas y garantizar un entorno sostenible para las generaciones futuras”.
La isla tiene así mucho que aportar en el plano mundial y Paraguay puede impulsar esta postura para su propia prosperidad, contribuyendo a la vez con la estabilidad internacional a partir de la posición influyente de Taiwán en la región Indo-Pacífico, principalmente por su industria de semiconductores, que ocupa una posición central en las cadenas de suministro globales.
La industria taiwanesa de semiconductores va reduciendo rápidamente el uso de recursos energéticos con alto impacto de carbono, por medio de procesos de producción que desarrollan nuevas tecnologías y nuevos modelos, con innovaciones de microchips en constante evolución, que ha desarrollado numerosas aplicaciones de dispositivos electrónicos promoviendo la conservación de la energía planetaria.
Al mismo tiempo que avanza en términos de crecimiento económico, Taiwán lleva a cabo con éxito su transición energética con el incremento de la energía renovable en detrimento de la proveniente de combustibles fósiles.
En mayo de 2022, su capacidad de energía renovable instalada alcanzó los 12.300 megavatios, con un aumento notable de 60 por ciento con respecto de 2016, mientras que entre 2005 a 2020 el Producto Interno Bruto (PIB) de Taiwán creció 79 por ciento, pero en el mismo lapso sus emisiones de efecto invernadero bajaron un 45 por ciento, lo que demuestra que el crecimiento económico de la isla asiática se ha desvinculado prácticamente de las emisiones dañinas que influyen para el cambio climático.
Lo frustrante es que, pese a estos logros evidentes en materia de desarrollo sostenible, Taiwán se halla fuera de los foros internacionales por el veto del régimen de Beijing, correspondiendo así a Paraguay insistir como su aliado más cercano para la mayor presencia del país asiático en el concierto de las naciones democráticas.
En forma coincidente, el próximo Gobierno paraguayo tendrá que proponerse como su mayor prioridad la instalación aquí de industrias con alta tecnología, aprovechando la relación privilegiada con Taiwán, como el caso de los semiconductores, convirtiendo así al Paraguay en un centro tecnológico latinoamericano y global.
En los últimos tiempos pudo notarse que son cada vez más los compatriotas que trabajan o estudian en Taiwán, lo que permite la formación de valiosos recursos humanos que podrán prepararse para afrontar las tareas de desarrollo económico e industrial que precisará el Paraguay en el futuro cercano.
Así, aparece con nitidez la mayor ventaja en la industrialización con recursos humanos de alta tecnología con la cooperación taiwanesa, frente a la mera exportación de materias primas y el endeudamiento que ofrecen los chinos continentales, al mismo tiempo que se promueve la defensa férrea de la democracia vigente en Taipei, frente al régimen autocrático de Beijing.
Facebook Comentarios